Miércoles 1/9/2021
FOTO: Renate Vanaga
Texto: Alejandra Misiolek
Las personas cuya orientación sexual es distinta a la heterosexual: lesbianas, gays, transexuales o bisexuales, han sufrido, a lo largo de muchos años, incomprensión y discriminación. Hasta el año 1973, la homosexualidad era considerada un trastorno mental según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) y varios psicoterapeutas ofrecían las llamadas “terapias de conversión” para curar dicha “desviación sexual”.
En este post hablaremos de la etiología de la homosexualidad y de los motivos por los cuales las personas LGBT podrían acudir a terapia hoy en día.
¿Qué dicen los estudios científicos sobre la homosexualidad y su etiología?
La etiología de la homosexualidad parece ser multifactorial y el peso de cada factor es algo más bien individual y desconocido.
A lo largo de muchos años se pensó que la homosexualidad era producto de factores sociales; sin embargo, evidencia recogida desde hace varias décadas y particularmente durante los últimos veinte años, hacen suponer que la homosexualidad es una condición más bien biológica.
Por un lado, podemos hablar de cierta predisposición genética. En varios estudios se ha encontrado cierta heredabilidad de la condición homosexual (las tasas más altas de concordancia para la homosexualidad entre hermanos gemelos, comparados con tasas de concordancia entre hermanos adoptivos), aunque los datos no apoyan la idea de que la homosexualidad sea exclusivamente debida a factores genéticos. Además, los estudios señalan un componente genético, pero no tenemos evidencia clara sobre marcadores moleculares, genes regulatorios, o mecanismos de señalización.
Aparte de los factores genéticos, podemos hablar también de la predisposición hormonal prenatal, como el nivel de testosterona y mecanismos de inmunidad, en respuesta a determinadas variaciones ambientales. Existen estudios que demuestran que la cantidad de hormonas sexuales disponibles en el estado prenatal podría afectar la orientación sexual de un individuo.
Por último, existen diferencias morfológicas cerebrales entre hombres homo y heterosexuales, que no parecen ser una causa sino más bien una consecuencia de la orientación sexual. Por un lado, se reportó (ej. LeVay, S. 1991) que el núcleo supraquiasmático, el plano sagital de la comisura anterior y el istmo del cuerpo calloso eran más grandes, mientras que el tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior era más pequeño en hombres gays, en comparación con los heterosexuales. Este último parece tener mucha importancia porque la conducta sexual y las preferencias sexuales masculinas son reguladas, en gran parte, por varias regiones del hipotálamo. Adicionalmente, estas áreas hipotalámicas interactúan con áreas dopaminérgicas como el sistema mesolímbico, el cual juega un rol muy importante en las motivaciones sexuales. Por lo tanto, las diferencias sexuales en el hipotálamo sugieren que éste debe ser un sitio importante para la regulación de la orientación sexual.
Por otro lado, para analizar las diferencias morfológicas, los científicos del Instituto del Cerebro de Estocolmo, analizaron a 90 individuos (25 hombres heterosexuales, 25 mujeres heterosexuales, 20 hombres homosexuales y 20 mujeres homosexuales) mediante resonancia magnética volumétrica del cerebro y los hemisferios cerebelosos y midieron el flujo sanguíneo cerebral a través de PET* para analizar las conexiones funcionales de la amígdala derecha y la izquierda. A raíz de estos análisis descubrieron, que los hombres heterosexuales y las mujeres homosexuales mostraron una asimetría en la región derecha del cerebro, mientras que los volúmenes de los hemisferios cerebrales eran simétricos en hombres homosexuales y mujeres heterosexuales. Además, los sujetos homosexuales también mostraron una conexión atípica entre la amígdala y la vía neurológica sexual. En hombres homosexuales, así como en mujeres heterosexuales las conexiones fueron más extensas en la amígdala izquierda; y en mujeres homosexuales y hombres heterosexuales, en la amígdala derecha. El estudio muestra asimetría cerebral sexual atípica y conexiones funcionales en personas homosexuales e indica que hay más similitudes entre las mujeres hetero y gays, por un lado, y entre las lesbianas y hombres heterosexuales, por otro.
Estos resultados sugieren la existencia de un vínculo con entidades neurobiológicas y demuestran que la homosexualidad no es simplemente social o psicológica.
¿Entonces por qué acudir a terapia?
Si la homosexualidad ya no es considerada un trastorno mental, ¿por qué una persona homosexual podría necesitar terapia?
Aunque no consideremos a la homosexualidad como un problema psicológico, aun sigue habiendo muchos prejuicios y no siempre la orientación sexual diferente a la heterosexual se encuentra con la aceptación de la sociedad, de la cultura, de la familia o de la persona misma. Esta discriminación, que las personas LGBT puedan sufrir, tiene secuelas psicológicas importantes relacionadas con la autoestima y la identidad. Por lo tanto, el proceso psicoterapéutico se basa en la superación de los traumas que la falta de la aceptación haya podido generar. Por otro lado, todas las minorías pueden tener una tendencia a crear un falso yo que se asemeje más a la mayoría, en vez de ser autentico y la terapia basada en construir el self verdadero, puede ser muy útil.
Además, las sesiones con un terapeuta pueden ser un acompañamiento para familias LGBT y/o una intervención en el proceso de aceptación familiar o en las relaciones de pareja.
*PET Tomografía por emisión de positrones (PET/TC)
Fuentes: