La fisioterapia desempeña un papel fundamental en el tratamiento de los trastornos alimenticios, ayudando a los pacientes a reconectar con su cuerpo y a mejorar tanto su bienestar físico como emocional. Las personas con trastornos alimenticios suelen enfrentar problemas como debilidad muscular, pérdida de densidad ósea y alteraciones posturales derivadas de la malnutrición y hábitos perjudiciales. A través de intervenciones especializadas, la fisioterapeuta busca restaurar la fuerza, mejorar la movilidad y promover la salud ósea.
Además de abordar estas consecuencias físicas, el trabajo físico guiado fomenta una percepción corporal más positiva y reduce el estrés, aspectos esenciales para avanzar en el proceso de recuperación.
Un enfoque multidisciplinario para un tratamiento integral
El tratamiento eficaz de los trastornos alimenticios requiere un enfoque multidisciplinario que integre diversas áreas de la salud. La fisioterapeuta colabora estrechamente con un equipo de especialistas, que incluye nutricionistas, médicos y psicoterapeutas, para diseñar un plan personalizado adaptado a las necesidades de cada paciente.
- La nutricionista trabaja en la recuperación del equilibrio alimenticio.
- La médico se encarga de monitorear los aspectos clínicos y tratar complicaciones médicas.
- Las psicoterapeutas abordan los desafíos emocionales y mentales del paciente.
La fisioterapeuta complementa estos esfuerzos al centrarse en los aspectos físicos y funcionales de la recuperación, potenciando los resultados globales del tratamiento. Este enfoque integral y colaborativo asegura que todas las dimensiones de la salud del paciente—física, emocional y psicológica—se atiendan de manera efectiva, permitiendo una recuperación más completa y sostenible.