Miércoles 15/2/2023
FOTO: Katarina Wolnik Vera
Texto: Alejandra Misiolek
Inspirada por el San Valentín, he decidido escribir algo sobre un tema que no ha recibido suficiente atención psicológica y cada vez es más frecuente en nuestra consulta psicológica.
El poliamor o poligamia, también llamada no-monogamia consensual.
¿Todos estos términos significan lo mismo?
Según la RAE Poliamor es “relación erótica y estable entre varias personas con el consentimiento de todas ellas.”
Poligamia, por otro lado, según la misma fuente, es el “estado o condición de la persona, especialmente del hombre, que tiene simultáneamente más de un cónyuge.”
Aunque la parte de “especialmente hombre” no me convence, entiendo que en la mayoría de las culturas, es el hombre y no la mujer quien se casa con varias personas.
Si seguimos investigando, según la Wikipedia,
La no monogamia consensuada (NMC), (o también la no monogamia ética (NME)), se refieren a la práctica de relaciones íntimas o sexuales no monógamas que se diferencian de la infidelidad a raíz del conocimiento y consentimiento mutuo de los involucrados. La Wikipedia define la poligamia como condición en que los diversos participantes no hacen parte de un solo matrimonio. Entre las formas de no monogamia consensuada se encuentran el intercambio de parejas (o swinging), el poliamor, las relaciones abiertas, y el fetichismo de infidelidad.
Por lo tanto, el término NMC parece englobar todos los demás términos. En otras palabras, es una forma de infidelidad sin que sea una infidelidad porque es consensuada.
Es aquí donde me gustaría parar y hablar de lo que es infidelidad y por qué y qué significa que algo es consensuado.
En primer lugar, ¿qué pasa con la infidelidad? ¿Por qué nos afecta tanto que alguien nos sea infiel? ¿Es “normal” sentir celos o es resultado de nuestras inseguridades? ¿La monogamia es biológicamente justificada o es cultural? Muchas veces se buscan justificaciones de que la poligamia es lo natural ya que en la prehistoria los seres humanos eran más promiscuos.
La infidelidad, según un artículo en La Vanguardia, refleja un engaño dentro de la pareja, una ruptura de los pactos explícitos o implícitos de la relación. Por lo tanto, la infidelidad no siempre es sexual o emocional. Otro punto importante a resaltar es que los acuerdos en las parejas no siempre son explícitos. Hay muchos acuerdos que damos por hechos, porque es lo que se suele hacer en nuestra cultura, o incluso cosas que damos por hechas porque es como se solía actuar en nuestra familia. No obstante, lo que no se explicita, está sujeto a confusión y a interpretación de cada persona.
Por otro lado, los acuerdos implícitos a menudo significan que no han sido bien reflexionados y asimilados sino asumidos y a veces las personas “se prometen fidelidad” sin pensar que significado tiene para ellas y si realmente están de acuerdo con este concepto.
La infidelidad se define como un engaño, por lo tanto implica mentir o no ser transparentes, sabiendo que a la otra persona significa un traspaso de algo que se entiende como unos límites aceptables y seguros.
Aquí aparece otro concepto muy importante: la seguridad, tratado en el libro de Jessica Fern desde la perspectiva de apego en las relaciones no monógamas, y por Esther Perel y Stephen Mitchell desde la perspectiva más psicoanalítica y psicoterapéutica – ¿siempre buscamos la seguridad en las relaciones de pareja?
Por un lado, podría parecer que la seguridad es retada en las relaciones no monógamas porque muchas personas por seguridad entienden garantía de poseer a la otra persona como si fuera su pertenencia para siempre – cosa que es más ilusión que realidad y más patológico que sano asumir que podemos poseer a alguien y encima para siempre. Pero muchas parejas buscan seguridad en esta ilusión, aunque la asuman solo implícitamente.
¿Y qué es la seguridad si no es eso? La seguridad tiene mucho más que ver con el apego seguro que co-construimos en las relaciones y no damos por hecho y con la capacidad de depender de los demás de manera sana, donde la posibilidad de que la relación acabe no se interpreta como abandono ni algo que necesariamente implicaría “fin del mundo”.
Por otro lado, no podemos patologizar los celos y, tal y como comenta la autora del libro “Polysecure”, pueden ser un indicador de que algo requiere nuestra atención. Las relaciones poliamorosas son más complejas y sobre todo, al no basarse en nada preestablecido e implícito, requieren hablar, hablar y hablar con nuestras parejas de los sentimientos y necesidades y, en algunos casos, se establecen unas “normas”.
Y en referencia a la pregunta si siempre buscamos la seguridad en las relaciones de pareja:
Ambos autores (Perel y Mitchell) enfatizan la importancia del equilibrio entre lo conocido y lo desconocido, lo poseído y lo no disponible, lo seguro y lo inseguro, para que una pareja puede durar en el tiempo manteniendo la pasión, el amor y el compromiso (según el triangulo de amor de Sternberg).
¿Podemos desear algo que ya tenemos? La respuesta es no. Y el deseo es lo que más suele costar mantener en las relaciones largas y lo que causa que buscamos a personas fuera de nuestra relación, las que nos aportan novedad y a las que “no tenemos”. Pero se trata de encontrar un equilibrio en el mismo deseo también porque vivir constantemente persiguiendo a algo no alcanzable nos mantendría en una constante tensión.
Esther Perel, en su libro The state of affairs: Rethinking infidelity, enseña ejemplos de parejas donde tuvo lugar la infidelidad o el engaño y cómo de diferente puede ser en cada caso, incluso llevando las relaciones a otro nivel y mejorando la calidad de las relaciones. En conclusión, la infidelidad no es “mala”, depende mucho de cómo y en qué momento ocurre. No obstante, el engaño, que afecta mucho al sentimiento de confianza, tan importante en las relaciones, es lo que más duele y lo que puede llevar a la ruptura de una relación, que no siempre es reparable.
Por lo tanto, podríamos concluir que las relaciones no-monógamas consensuadas son una solución para muchas parejas. No obstante, la clave está en la palabra “consensuadas”. ¿Por qué?
Consensuada significa que los dos miembros de la pareja están de acuerdo con esta decisión. Desafortunadamente, en mi experiencia clínica, muchas veces no es así y lo que ocurre es un acuerdo aparente por uno de los miembros de la pareja. Por miedo a perder a la otra persona, por deseo de aparentar como alguien moderno y seguro de sí mismo, por no conocerse bien a uno mismo, por miedo a ser juzgado, o por ganas de explorar la sexualidad con otras personas sin entender bien lo que implica y de qué parte de uno mismo sale.
En conclusión, las relaciones no-monógamas, para que funcionen y para que nos aporten algo valioso, requieren mucho autoconocimiento y autoconciencia, habilidad de hablar de las emociones con los demás, seguridad en uno mismo y capacidad de relacionarse desde el apego seguro. Si falta alguno de estos ingredientes, se pueden convertir en fuente de sufrimiento y rupturas dolorosas. Además, vale la pena cuestionar el concepto que tenemos del amor romántico ya que, según la psicoterapeuta Nilda Chiaraviglio, el poliamor vivido desde el concepto de amor romántico convencional, puede ser imposible.
El tema del poliamor y la no-monogamia es un tema que requiere aún mucha exploración, debate, estudios y prueba y error, además de la apertura, no solo individual, sino también cultural.
Fuentes:
- Perel, E. (2017). The state of affairs: Rethinking infidelity-A book for anyone who has ever loved. Hachette UK.
- Mitchell, S. A. (2003). Can love last? The fate of romance over time. WW Norton & Company.
- Fern, J. (2020). Polysecure: Attachment, trauma and consensual nonmonogamy. Thorntree Press LLC.