Miércoles 28/10/2020
IMAGEN: Sergio Marín Gómez
Texto: Alejandra Misiolek Marín
La mentalización como base de las relaciones sociales y personales sanas.
Son las 7.00 de la mañana del lunes. Ana se está vistiendo para salir a trabajar, se mira en el espejo y se ve mal, “he engorado, soy una inútil! ¡Cómo voy a encontrar a la pareja de mis sueños si doy asco!” Dicho esto, se acuerda de que Juan no le ha contestado al Whatsapp que le mandó anoche, mira el móvil, “me ha dejado en visto, esto significa que no le importo nada. Seguro que está saliendo con otra. Claro, ¡cómo le voy a gustar si doy asco!”
De repente mira el reloj, “ostras, ya son las 7.30, voy a llegar tarde a trabajar.” Sale corriendo de casa a coger el autobús y justo ve que acaba de pasar. “Mierda, como siempre, así son los conductores, acaba de pasar, me ha visto corriendo y no ha querido parar. ¡Que egoístas son todos los conductores!” Ana mira el móvil para consultar a qué hora sale el siguiente bus y se da cuenta que es viernes 13. “Claro, ya sabía que algo malo me iba a pasar hoy, es que es el viernes 13!”
Por fin, son las 8.30, Ana llega a trabajar media hora tarde. Se cruza con el jefe y asume, basándose en su cara y su tono de voz al saludarla, que está enfadado con ella por llegar tarde. “Vaya está enfadado conmigo por llegar tarde, seguro que me van a despedir.”
Esta viñeta puede ser una historia contada por una paciente en psicoterapia, puede ser que te identifiques con partes de ella o que parezca una situación bastante realista de la vida cotidiana.
De hecho, mucha gente se identificaría con varios elementos de esta historia porque esta ocurriendo un lunes a las 7 de la mañana, el momento del día cuando muchos de nosotros perdemos la habilidad de mentalizar.
¿Qué es la capacidad de mentalización?
Es la capacidad de vernos a nosotros mismos desde fuera y a los demás desde dentro. La mentalización incluye la consciencia de los estados mentales (de los sentimientos y pensamientos) de uno mismo y de los demás, especialmente cuando estamos intentando explicar la conducta (por qué alguien hizo algo, sus intenciones).
La mentalización, por tanto, es la base de un sentimiento de sí mismo, de la interacción social constructiva, de la mutualidad en las relaciones y del sentimiento de seguridad personal. Es una habilidad o una herramienta de mucha utilidad tanto en la vida cotidiana como en psicoterapia.
Dado que la mentalización tiene tanta importancia, perderla trae muchos problemas. Es, por ejemplo, la base de muchos trastornos mentales y de muchas interacciones sociales fallidas.
Voy a contar la misma historia de Ana, con todos los fallos de mentalización “corregidos”.
Los las 7.00 de la mañana del lunes. Ana se está vistiendo para salir a trabajar, se mira en el espejo y se ve mal, “he engorado, soy inútil! ¡Cómo voy a encontrar a la pareja de mis sueños si doy asco! bueno, es normal, este fin de semana hemos comido mucho. Voy a ponerme otro pantalón que no me apriete tanto.”
Dicho eso, se ha acordado de que Juan no le ha contestado al Whatsapp que le mandó anoche, mira el móvil, me ha dejado en visto, esto es que no le importo nada. Seguro que esta saliendo con otra. Claro, como le voy a gustar si doy asco! “Juan no me ha contestado aun al mensaje, que pena, me habría gustado ver su mensaje al despertarme. Pero bueno, puede que no lo haya visto o que sigue durmiendo o que vaya con prisas esta mañana. Si no me contesta, ya le volveré a escribir por si no lo ha visto.”
De repente mira el reloj, “ostras, ya son las 7.30, voy a llegar tarde a trabajar. Voy a darme prisa porque puede que llegue tarde hoy.”
Sale corriendo de casa a coger el autobús y justo ve que acaba de pasar. Mierda, como siempre, así son los conductores, acaba de pasar, me ha visto estar corriendo y no ha querido parar. Que egoístas son todos los conductores! “Mierda, lo he perdido. Que pena que el conductor no me haya visto o que no haya querido parar. ¿Por qué será? ¿Será que aquí no se puede parar? ¿O que iba despistado esta mañana? ¿Tal vez sea un conductor egoísta? Bueno, que más da, ya llegará el siguiente.”
Ana mira el móvil para consultar a qué hora sale el siguiente bus y se da cuenta que es viernes 13. Claro, ya sabía que algo malo me iba a pasar hoy, es que es el viernes 13! Probablemente ni se da cuenta que es viernes 13. Pero si se da cuenta, no le da importancia. Puede que sonría y piense, “¡qué casualidad!”
Por fin, son las 8.30, Ana llega a trabajar media hora tarde. Se cruza con el jefe y asume, basándose en su cara y su tono de voz al saludarla, que esta enfadado con ella por llegar tarde. Vaya está enfadado conmigo por llegar tarde, seguro que me van a despedir. Le saluda y le parece ver que tiene una cara enfadada. Se le pasa por la cabeza que puede que le haya molestada que ha llegado tarde. Pero luego piensa que nunca llega tarde y que realmente no tiene mucha importancia porque no había ninguna reunión importante y el jefe sabe que ella es responsable. Así que asume que, si al jefe le molesta, ya se lo dirá. Y su cara, pues puede que le haya parecido o puede que el jefe también tuviera una mañana del lunes de mucho estrés y que sea por sus propios asuntos personales.
Son las mismas historias, pero experimentadas de modos muy distintos. Como nos podemos imaginar, la primera historia y las interpretaciones de Ana de los estados mentales propios y de los demás, generan mucho estrés y mucho malestar. Pueden llevarla a malinterpretaciones y malentendidos y, como consecuencia, a unas conductas que no sean constructivas. Sin embargo, la segunda historia introduce otras maneras, muchos menos rígidas y generalizadas de interpretar los estados mentales, con actitudes de curiosidad genuina, de exploración flexible, de consciencia de que la mente de los demás es para nosotros opaca, de que las cosas no son blancas y negras, de que si algo se nos pasa por la cabeza no tiene por que ser verdad y sin visión catastrofista y desconfiada del mundo que nos rodea. Esta segunda historia es claramente un ejemplo de una buena mentalización.
En el siguiente post describiré cómo podemos usar la buena mentalización como herramienta de procesamiento emocional y de una buena comunicación.
Fuentes: