Miércoles 8/12/2021
FOTO: @felipepelaquim
Texto: Alejandra Misiolek
En este post vamos a hablar de la vergüenza. A nadie le gusta hablar de la vergüenza porque cuando nos sentimos avergonzados, queremos escondernos y definitivamente no nos sentimos cómodos hablando de cosas que nos la provocan. Sin embargo, la vergüenza es una emoción humana y social muy poderosa que afecta muchos de nuestros comportamientos.
Primero que nada, definamos la vergüenza.
Sentir vergüenza es sentir dolor emocional. Es una emoción que sentimos en situaciones sociales o en relación con los demás que significa: hay algo malo en mí, lo que soy es inadecuado, no soy lo suficientemente bueno, no soy apto para ser amado.
A diferencia de la culpa, que está relacionada con sentirnos mal por algo que hicimos, la vergüenza pone en total peligro nuestra autoestima. La vergüenza es una emoción fuerte porque es una amenaza para nuestra supervivencia. Si nosotros, como niños, no somos dignos de amor, podemos ser abandonados y nadie nos cuidará.
Curiosamente, nuestra reacción ante la vergüenza es muy rápida, automática y visceral, donde hay poco espacio para pensar y ser conscientes y que se asemeja a una reacción que tenemos cuando ocurre algo traumático. Por lo tanto, experimentar vergüenza es traumático en sí mismo y deja cicatrices.
¿Cómo se forma la vergüenza? Normalmente se forma en las primeras etapas de desarrollo en relación a nuestro entorno; nuestros padres, nuestros profesores y nuestra cultura, en la que están arraigadas nuestras familias y escuelas. Ocurre cuando nuestras vulnerabilidades no son respetadas o atendidas, sino que son criticadas y señaladas, tanto en el proceso explícito (ej., “Por qué no puedes simplemente actuar como un niño normal, como otros niños?”) o implícitamente por personas importantes que nos rodean (ej.,: “Me avergüenzo si descanso porque me siento perezoso mientras mis padres nunca dejaron de trabajar ”o“ Me avergüenzo de mi cuerpo porque no es perfecto y mi mamá siempre estaba a dieta ”). Una vez que estas partes de nosotros mismos se convierten en nuestras vulnerabilidades, hacemos un gran esfuerzo para ocultarlas para que nadie pueda volver a dañarnos. Como resultado, desarrollamos algunos escudos contra la vergüenza como:
- Adormecimiento: usar comida, sustancias o trabajo como una forma de desconectarnos de lo que sentimos (también de sentirnos avergonzados).
- “Apagadno” partes de nosotros mismos que no queremos que otros vean – dejamos de hacer ciertas cosas que disfrutábamos antes por miedo a ser expuestos, no compartimos lo que realmente sentimos por miedo a que se rían de nosotros, etc.
- Perfeccionismo – tratamos de ser perfectos para que nadie vea nuestros déficits y si el perfeccionismo falla (como siempre sucede, porque ser perfecto es imposible) no culpamos al perfeccionismo, sino que nos culpamos a nosotros mismos y nos esforzamos aún más por ser perfectos.
Estos escudos no son soluciones reales, y son atajos que nos ayudan a corto plazo, pero a largo plazo, nos hacen miserables y paradójicamente, causan que nuestra vergüenza aumente.
¿Cuáles son las verdaderas formas de no sentir vergüenza?
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- Primero, debemos tomar conciencia y reconocer que nos sentimos avergonzados. A veces no es fácil porque sabemos que sentimos vergüenza una vez que nos calmamos. Pero podemos practicar eso y mejorar en el reconocimiento de nuestras propias emociones.
- En segundo lugar, de acuerdo con mindfulness, debemos darnos cuenta de que es una emoción que estamos sintiendo, pero no nos define. En otras palabras, debemos tratar de separarnos lo suficiente de lo que sentimos para poder verlo y ganar perspectiva.
- Necesitamos abrazar nuestra vulnerabilidad y en lugar de evitarla o complacer a los demás, debemos enfrentarla. Esta reacción contraria a lo intuitivo es la única dirección que ayuda a disminuir y no a aumentar la vergüenza. Necesitamos llamar a la vergüenza “vergüenza” y debe salir a la luz.
- Una vez que lo hemos visto, ayuda si podemos identificar por qué lo consideramos vergonzoso. Facilita tomar más distancia y aceptarlo.
- Por último, sería de gran ayuda si pudiéramos encontrar a alguien con quien compartir cómo nos sentimos y que pueda brindarnos empatía y que sea digno de escuchar nuestra historia. Elegir con cuidado es importante porque la empatía no es una habilidad fácil (mira el video de YouTube que explica la empatía).
Pasar solos por la vergüenza es imposible, la vergüenza es una emoción social que ocurre entre las personas y solo se puede curar en las relaciones. Sin embargo, el primer paso lo tenemos que dar nosotros mismos. Para poder sentirnos merecedores de amor y amados, es imprescindible que nos expongamos primero.
Fuentes:
Brown, B. (2012). The Power of Vulnerability: Teachings on Authenticity, Connection and.