Miércoles 26/1/2022
FOTO: Artem Labunsky
Texto: Alejandra Misiolek
Los trastornos alimentarios, como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, son problemas psiquiátricos relacionados tanto con la conducta alimentaria, que vemos a simple vista, como con dificultades de mentalización, gestión emocional, baja autoestima, problemas de identidad y dificultades en las relaciones, que están debajo.
La pandemia de COVID no ha terminado, sin embargo, ya podemos comenzar a sacar conclusiones que podrían contribuir a una mejor comprensión de los posibles factores desencadenantes y agravantes y ayudar a desarrollar mejores tratamientos.
¿Ha afectado la pandemia a los Trastornos de la Alimentación?
En un estudio piloto en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona, España), los investigadores realizaron una encuesta para monitorizar el impacto de las dos primeras semanas de confinamiento y concluyeron que la mayoría de los pacientes presentaron preocupaciones por el aumento de las incertidumbres en sus vidas. Casi el 38% informó deficiencias en su sintomatología del TCA y el 56,2% informó tener síntomas de ansiedad adicionales que también desencadenaron comer emocionalmente.
Otros estudios que evaluaron el impacto de los efectos de la pandemia en los TCA a largo plazo confirman que el confinamiento y el aislamiento contribuyeron al aumento de la sintomatología de los pacientes con los trastornos alimenticios pero también al aumento del número de nuevas apariciones de los TCA en personas que no los padecían antes.
¿Cómo y por qué?
- En primer lugar, el desencadenante más obvio, que también comparten otros trastornos psiquiátricos, son las tasas elevadas de estrés y afecto negativo causados por la pandemia. La incertidumbre del futuro, el miedo a enfermar, el miedo a la muerte, la adaptación a una nueva situación, etc. requieren habilidades de afrontamiento y manejo de emociones que faltan en los TCA.
- En segundo lugar, los pacientes con trastornos alimentarios y especialmente con anorexia, dependen mucho de sus rutinas diarias y les cuesta ser Las interrupciones en las rutinas diarias y las limitaciones en las actividades al aire libre seguramente aumentaron las preocupaciones sobre el peso y la forma, y afectaron negativamente los patrones de alimentación, ejercicio y sueño, lo que a su vez puede aumentar el riesgo y los síntomas de los TCA.
- De manera relacionada, la pandemia y las restricciones sociales que la acompañaron privaron a las personas de apoyo social y estrategias de afrontamiento adaptativas para regular el afecto a través de las relaciones. Si bien el distanciamiento social contribuye al aislamiento social y la soledad, muchas personas con trastornos alimentarios ya tienen relaciones empobrecidas como resultado de diversas dificultades interpersonales. Tienden a tener baja autoestima, rasgos de personalidad evitativa y alexitimia, que limitan la conectividad social y las habilidades asertivas. Estos pacientes normalmente tienen consciencia de ello y están angustiados por sus habilidades sociales deterioradas, lo que conduce a problemas de autoculpabilidad y de imagen corporal que contribuyen a dificultades alimenticias. Por lo tanto, es crucial recordar que el trastorno alimentario puede convertirse en una herramienta de afrontamiento para algunos, y los comportamientos desadaptativos brindan de manera temporal el alivio de la angustia interiorizada.
- Además, está la tecnología. Por un lado, una mayor exposición a los medios de comunicación aumentó el estrés y la angustia y, por otro lado, las relaciones sociales se transformaron en videoconferencias y aumentaron la dependencia de las redes sociales. El papel desencadenante de las redes sociales para las personas con trastornos alimentarios ha sido ampliamente descrito y discutido, donde observar las vidas “perfectas” de los demás contribuye al autodesprecio y a las expectativas poco realistas sobre uno mismo. Además de eso, el bombardeo constante de publicaciones en las redes sociales y mensajes sobre el aumento de peso “inevitable” relacionado con quedarse en casa tampoco ayudó.
- Finalmente, está la familia y un conflicto comúnmente existente en las relaciones familiares que puede estar relacionado con los patrones alimentarios alterados. El confinamiento forzado puede tensar aún más la dinámica familiar que afecta negativamente las necesidades básicas de los pacientes con trastornos alimentarios, como la necesidad de espacio, respeto, límites y comprensión.
¿Qué podemos aprender? ¿Cómo podemos mejorar?
La pandemia puede verse como un experimento natural que, además de cobrar un alto precio, también puede enseñarnos algo. Las razones descritas por las que la pandemia agudizó los trastornos alimentarios enfatizan la importancia de ciertos desencadenantes y por tanto, áreas a cuidar, para las personas que padecen anorexia, bulimia o un trastorno por atracón.
Dado que los trastornos alimentarios se entienden como problemas en el procesamiento y manejo de las emociones, los estresores externos que provocan emociones fuertes pueden contribuir a alterar los hábitos alimentarios. Pero, sobre todo, los trastornos alimentarios están relacionados con importantes dificultades para relacionarse con los demás de una forma sana que pueda ofrecer apoyo y ayuda para procesar las emociones y estas dificultades normalmente tienen su origen en relaciones familiares complicadas. Las familias donde no se respetan los límites personales, las expectativas y el control son muy altos y no se desarrollan las habilidades de autocuidado, son patrones familiares muy típicos en los pacientes con TCA.
Por lo tanto, el aislamiento de los grupos de apoyo, las dificultades para confiar de forma segura en otros, el uso de las redes sociales para conectarse y el sentimiento de atrapamiento en casa con la familia, en el caso de los adolescentes, se encuentran entre los factores de riesgo más importantes para agravar un trastorno alimentario.
Fuentes: