Miércoles 27/10/2021
FOTO: ANTHONY SHKRABA
Texto: Alejandra Misiolek
Voy a empezar este post por contestar a la pregunta: ¿El trastorno dismórfico corporal es un trastorno aparte o es un síntoma de los trastornos alimenticios?
Si miramos la definición de anorexia en el manual diagnóstico, vemos que se caracteriza por la “alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución.” Por otro lado, trastorno dismórfico corporal es una categoría diagnóstica bajo la categoría de los trastornos obsesivo-compulsivos, que se define como “preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que no son observables o parecen sin importancia a otras personas.” Además, la persona con dicho trastorno realiza comportamientos como mirarse en el espejo en exceso o actos mentales como comparar su aspecto con el de otros de forma repetitiva y como respuesta a la preocupación por el aspecto. No obstante, “la preocupación por el aspecto no se explica mejor por la inquietud acerca del tejido adiposo o el peso corporal en un sujeto cuyos síntomas cumplen los criterios diagnósticos de un trastorno alimentario.”
Esto significa que la dismorfia es un síntoma de los trastornos alimenticios, pero también puede ser un diagnóstico aparte cuando la preocupación no está relacionada estrictamente con el peso.
Mientras que es verdad que la dismorfofobia forma parte del cuadro de los TCA, la gravedad de ella puede variar y los estudios parecen confirmar que la dismorfia corporal más pronunciada indica un mal pronóstico de los TCA. En otras palabras, la recuperación del trastorno alimenticio es más lenta y complicada. Además, hay investigación que apoya la hipótesis que la dismorfia corporal suele preceder a la aparición del TCA.
¿Qué explica la neurociencia sobre la relación entre la percepción corporal, la dismorfia corporal y los trastornos alimenticios?
La percepción corporal es una de nuestras principales herramientas para generar significado sobre nosotros mismos, organizar nuestra experiencia y dar forma a nuestra identidad social y esta percepción evoluciona con el tiempo al integrar diferentes experiencias. Miramos el mundo a través de nuestro cuerpo, lo percibimos a través de él, y la respuesta que obtenemos del mundo exterior sobre nuestro cuerpo, tanto positiva como negativa, condiciona nuestra percepción que será siempre subjetiva. Por lo tanto esta relación es siempre bidireccional.
Como consecuencia, la formación de nuestra percepción corporal es un proceso que está muy marcado por la cultura y así lo explican dos teorías.
La teoría de la objetivación sostiene que existe un modelo social de belleza que se transmite de tal manera que se acaba internalizando este ideal y por lo tanto el nivel de satisfacción de las personas en relación a su apariencia será en función del grado que cumplan o no con ese ideal. La auto-objetivación es un proceso que hace referencia a ese proceso por el cual internalizamos la perspectiva de un observador y esto produce que reduzcamos la autoestima a solamente una valoración del aspecto físico, que a la vez está ligado con el ideal social. Además, ésta mirada a nuestro propio cuerpo desde fuera y no desde dentro genera experiencias de desconexión del sentimiento más egocéntrico de nuestro cuerpo, un síntoma que es muy común en los TCA y se traduce en una hipervigilancia e hiper consciencia del cuerpo como objeto (visto desde fuera) y una desconexión del sentimiento del cuerpo (falta de capacidad para saber cómo uno se siente en su cuerpo, dificultad para depender de las señales de hambre y saciedad, falta de ajuste entre las necesidades del cuerpo y lo que se le proporciona como por ejemplo responder al cansancio con deporte y no con descanso).
Por lo tanto, el vínculo entre la auto-objetivación y los TCA es muy fuerte dada esta internalización de los estándares socioculturales de la belleza. Aun así, solamente un pequeño porcentaje de personas son diagnosticadas por TCA debido a la auto-objetivación. Esto significa que tiene que haber algo más que solo la cultura.
Para dar respuesta a este interrogante, podemos pensar en la la teoría del bloqueo que entiende que las personas creamos nuestra imagen corporal a través de las interacciones sociales, y hoy en día estas se basan más en atributos corporales observables que se apoyan en un estándar de belleza aceptado y transmitido por la sociedad. Aquellas personas que viven situaciones donde no cumplen los estándares de apariencia y reciben consecuencias negativas, acaban actualizando su percepción en consecuencia a esta objetivación. Esto tiene una estrecha relación con la conducta alimentaria, es frecuente ponerse a dieta para mejorar la satisfacción con el propio peso. Y si se consigue, se produce un reajuste en la percepción del cuerpo. Pero desde la teoría del bloqueo alocéntrico, las personas con TCA están encerradas en su cuerpo objetivado negativo y son incapaces de actualizar su percepción y pasan de la insatisfacción corporal a la vergüenza corporal, es decir, como consecuencia de medirse a uno mismo con un estándar cultural pasan a percibirse a sí mismas como juzgados y vistos como inferiores, defectuosas o poco atractivas a los ojos de los demás. Esta vergüenza puede tener dos consecuencias; detener el control sobre la comida y comer desmesuradamente o empezar a usar métodos radicales para que ese sentimiento desaparezca. Finalmente en relación con ese sentimiento, los sujetos sufren un sentimiento de estar fuera de su propio cuerpo ya que se ve desde la perspectiva del observador.
Y qué nos aporta a la comprensión de la dismorfia el psicoanálisis relacional?
Por otro lado, y vinculándolo con el sentimiento de vergüenza, podemos mirar la perspectiva del psicoanálisis relacional y la comprensión que aporta al concepto de la dismorfia corporal en los TCA. Desde esta perspectiva comprendemos la dismorfia corporal como la vergüenza del cuerpo que se desarrolla en las relaciones. La falta de experiencias de sentirse visto por alguien significativo en la infancia o falta de la mirada de admiración, genera un sentimiento de defectuosidad y, por lo tanto, vergüenza de uno mismo.
Rosa Velasco define la vergüenza como “el afecto central del self, atañe al sentimiento de sí, es decir, a la imagen que tenemos de nosotros mismos. Construimos nuestra identidad en el seno de relaciones significativas. El sentimiento de vergüenza surge de la experiencia relacional en la que uno se siente expuesto a la mirada del otro.”
Esta falta de conexión emocional o la no-existencia en la mente del otro es un sentimiento frecuente en las relaciones donde no hay espacio para que uno sea como es. Sin embargo, se crea un espacio de expectativas que uno sea de una determinada manera para ser querido. Esta condicionalidad del amor que uno aprende en estas etapas tempranas la podemos entender como una condición que predispone a estas personas a vivir la cultura de la objetivización de la manera que describimos anteriormente y ser propensos a desarrollar el TCA.
Fuentes:
- American Psychiatric Association. (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5®: Spanish Edition of the Desk Reference to the Diagnostic Criteria From DSM-5®. American Psychiatric Pub.
- Dryer, R., Farr, M., Hiramatsu, I., & Quinton, S. (2016). The role of sociocultural influences on symptoms of muscle dysmorphia and eating disorders in men, and the mediating effects of perfectionism. Behavioral Medicine, 42(3), 174-182.
- Riva, G. (2014). Out of my real body: cognitive neuroscience meets eating disorders. Frontiers in human neuroscience, 8, 236.
- Velasco, R. (2010). Dismorfofobia o vergüenza del cuerpo. Revista Clínica e Investigación Relacional, 4(1), 208-220.