Miércoles 18/1/2023
FOTO: Katarina Wolnik Vera
Texto: Alejandra Misiolek y Nicoleta Casangiu
Ahora que las vacaciones han terminado y hemos vuelto a la rutina diaria, con el comienzo del nuevo año hay cierta tendencia a adoptar un nuevo hábito de alimentación saludable.
Cuando se trata de hábitos alimenticios saludables, hay una gran variedad de opciones y el ayuno intermitente (AI) es actualmente una de las tendencias de salud y fitness más populares del mundo. Las personas ayunan para perder peso, mejorar su salud y simplificar su estilo de vida.
Aunque el ayuno intermitente está ganando popularidad, actualmente hay pocos estudios que hayan investigado los beneficios y riesgos de estas dietas en humanos.
¿Qué es el ayuno intermitente?
El ayuno intermitente es un patrón de alimentación en el que las personas limitan su consumo de alimentos a ciertas horas del día. El ayuno intermitente a menudo puede ser una alternativa refrescante para muchas personas, ya que no requiere que las personas realicen un seguimiento de las calorías todos los días, ni les prohíbe comer ciertos grupos de alimentos.
Tres tipos de ayuno intermitente han recibido la mayor atención de la investigación: el ayuno en días alternos (ADF), la dieta 5:2 y la alimentación restringida en el tiempo (TRE). La siguiente imagen [1] explica estos tipos de ayuno.
¿Qué pasa cuando ayunas?
Durante el ayuno se produce una disminución de los niveles de insulina y un aumento de la producción de cuerpos cetónicos. Esas respuestas podrían reducir la inflamación, el estrés oxidativo, la tumorigénesis y el envejecimiento. Los efectos más inmediatos de la producción de cuerpos cetónicos son la mejora de la lipólisis, la reducción del hambre y la mejora del rendimiento mental y físico (incluida la mejora de la resistencia al correr), lo que podría influir en el tratamiento de la obesidad. Se ha propuesto que las especies vivas deberían tener mecanismos para adaptarse a largos períodos de privación de alimentos, con un claro cambio metabólico de un estado de alimentación a un estado de ayuno, que ocurre varias veces a la semana. En este contexto, el patrón humano estándar de tres comidas grandes al día, más algún picoteo, podría ser una mala adaptación, manteniendo a los humanos en un estado constante de niveles elevados de insulina y sin producción de cuerpos cetónicos. [2]
Pero, ¿se recomienda el ayuno intermitente a todo el mundo? Según informes científicos [2] hay un grupo de personas que podrían hacerlo y una lista de aquellas para las que es más bien contraindicado.
¿Quién puede hacer ayuno intermitente?
- Adolescentes con obesidad severa (> percentil 95 de IMC)
- Adultos con normopeso, sobrepeso u obesidad
- Adultos con hipertensión y/o dislipidemia
- Pacientes con resistencia a la insulina o prediabetes
- Pacientes con diabetes mellitus tipo 1 o diabetes Mellitus tipo 2
¿Quién no debe hacer ayuno intermitente?
- Niños menores de 12 años
- Adolescentes que tienen un peso normal
- Mujeres embarazadas o lactantes
- Individuos con antecedentes de un trastorno alimentario
- Individuos con un IMC inferior a 18,5 kg/m2
- Personas mayores de 70 años
Sin embargo, hay varias cuestiones a tener en cuenta. Los médicos deben evaluar regularmente la frecuencia de los efectos adversos durante los primeros 3 meses y deben monitorear las deficiencias en los niveles circulantes de vitaminas y minerales (como vitamina D, vitamina B12 y electrolitos). Además, los pacientes deben participar en cambios de comportamiento estructurados programados, ya sea en persona o en línea, para ayudarlos a lograr un control de peso a largo plazo.
No obstante, ¿es AI seguro para cualquiera? ¿Cuáles son las posibles consecuencias para la salud mental?
Se ha especulado que el ayuno intermitente podría aumentar el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario.
Según algunos de los estudios más recientes sobre AI y trastornos alimentarios, el ayuno no aumenta las tasas de atracones, conductas purgativas, depresión o miedo al sobrepeso. Sin embargo, en muchos estudios, se excluyeron los participantes con antecedentes de un trastorno alimentario. Por lo tanto, aún se desconoce si el ayuno es seguro en personas con un trastorno alimentario diagnosticado. [3]
Podríamos especular que estos regímenes no son seguros en individuos con riesgo de desarrollar un trastorno alimentario, como aquellos con baja autoestima, mala imagen corporal, afecto negativo (una variable de personalidad que involucra la experiencia de emociones negativas y un pobre concepto de sí mismo), conductas alimentarias desordenadas o sesgo de peso internalizado, sin embargo, los resultados de tales estudios aún no son concluyentes.
En vista de la falta de datos concluyentes en esta área, los médicos deben tener cuidado al recomendar enfoques de ayuno a personas que podrían estar en riesgo de desarrollar un trastorno alimentario.
En una investigación reciente [3] con respecto a la asociación de la implementación del ayuno intermitente con la sintomatología del trastorno alimentario, los resultados muestran que las personas que ayunan intermitentemente informaron un mayor nivel de conductas relacionadas con los trastornos alimentarios más allá del ayuno y el 34,4% de los ayunadores intermitentes puntuaron por encima del límite clínico.
Si bien no todas las personas que ayunan desarrollan un trastorno alimentario, el ayuno se asocia, según los estudios, con aumentos en los factores de riesgo del trastorno alimentario. Por ejemplo, las mujeres universitarias que ayunan informan una mayor conciencia e internalización del ideal de delgadez, mayor angustia psicológica, menor autoestima y una mayor participación en los episodios de atracones percibidos que las mujeres universitarias que no ayunan [3].
En una investigación reciente entre adolescentes y adultos jóvenes canadienses, los resultados indican que el ayuno intermitente se asocia positivamente con la psicopatología del trastorno alimentario entre hombres, mujeres y personas trans. Además, el ayuno intermitente se asoció con una variedad de comportamientos de trastornos alimentarios, cuyo patrón varió según el género. Los hallazgos subrayan que el AI puede no ser un comportamiento inocuo y favorable a la salud dada la agrupación con comportamientos de trastornos alimentarios y psicopatología encontrados en este estudio. Se necesita investigación continúa para seguir describiendo los posibles correlatos nocivos de la IF, y se necesitan intervenciones clínicas y de salud pública para continuar describiendo los daños potenciales de la participación en la IF entre la población general. [4]
En estudios que examinaron la gravedad del trastorno alimentario, el ayuno fue un indicador de una mayor gravedad de los síntomas del trastorno alimentario entre adultos con anorexia nerviosa [3].
Además, los estudios que examinan el ayuno religioso sugieren que, independientemente de la justificación del ayuno, puede contribuir a los síntomas de trastorno alimenticio (TCA). Por ejemplo, el ayuno durante el Ramadán se asocia con un mayor riesgo de trastornos alimentarios, exacerbación de las preocupaciones sobre la imagen corporal y preocupación por la comida, la forma y el peso. [3]
Podríamos concluir que existe una relación entre AI y TCA pero no necesariamente una relación causal. Sin embargo, los hallazgos de estos estudios tienen implicaciones importantes para los profesionales de la salud y la salud pública. En primer lugar, los profesionales de la salud deben ser cautelosos al recomendar regímenes de AI a pacientes que buscan perder peso, ya que esto puede alinearse inadvertidamente con comportamientos de trastornos alimentarios y psicopatología. En segundo lugar, dada la creciente popularidad del AI, los profesionales de la salud pública deberían generar campañas de sensibilización para proporcionar información sobre la naturaleza potencialmente dañina del AI. Además, se deben realizar más estudios científicos para comprender mejor la relación causal. En otras palabras, ¿cuál es la gallina y cuál es el huevo en la relación entre el ayuno intermitente y los trastornos alimentarios?
Fuentes:
- Varady, K. A., Cienfuegos, S., Ezpeleta, M., & Gabel, K. (2022). Clinical application of intermittent fasting for weight loss: progress and future directions. Nature Reviews Endocrinology, 18(5), 309-321.
- Bruno Halpern, Thiago Bosco Mendes- Intermittent fasting for obesity and related disorders: unveiling myths, facts, and presumptions in Arch Endocrinol Metab. 2021;65/1
- Kelly Cuccolo, Rachel Kramer, Thomas Petros & McKena Thoennes (2022) Intermittent fasting implementation and association with eating disorder symptomatology, Eating Disorders, 30:5, 471-491, DOI: 10.1080/10640266.2021.1922145
- Kyle T. Ganson, Kelly Cuccolo, Laura Hallward, Jason M. Nagata d-Intermittent fasting: Describing engagement and associations with eating disorder behaviors and psychopathology among Canadian adolescents and young adults in Eating Behaviors 47 (2022) 101681