Miércoles 5/7/2023
FOTO: Nathan Dumlao
Texto: Nicoleta Casangiu y Alejandra Misiolek
En este blog vamos a hablar de la custodia compartida, de cómo la viven los hijos y las relaciones con sus padres.
La custodia compartida (también conocida como cuidado compartido o coparentalidad) se refiere a los acuerdos hechos entre los padres, después de la separación, de que los hijos pasen el mismo tiempo con cada uno de sus padres.
Los acuerdos de custodia compartida son cada vez más comunes. En los países desarrollados, aproximadamente el 20% de los niños no viven con ambos progenitores en el mismo hogar.
En el aumento de la custodia compartida han influido varios factores, como la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, la mayor implicación de los padres en la vida cotidiana de sus hijos y el aumento de las expectativas de que ambos padres compartan el cuidado de los hijos tras la separación.
Muchos estudios recientes afirman que el cuidado compartido es mejor que otros acuerdos para el bienestar psicológico de los niños ya que ofrece a los niños la oportunidad de tener una relación significativa con ambos padres. Eso es algo que los niños muchas veces desean y de lo que se benefician si entre los padres no hay un nivel de conflicto continuo.
El cuidado compartido demuestra el compromiso de los padres y permite a los padres participar en una serie de actividades y rutinas de cuidado junto con sus hijos. Al mismo tiempo, permite a las madres participar en redes sociales y actividades de ocio fuera del hogar, mejor de lo que lo harían de otra manera.
Según los estudios, el cuidado y compartir actividades por separado con cada uno de los padres se consideran importantes para facilitar la proximidad en las relaciones entre los padres y sus hijos. No obstante, los expertos en apego destacan la importancia de las interacciones de calidad y de evitar el estrés o los conflictos a la hora de hacer cualquier acuerdo entre los padres.
La teoría del apego afirma que la seguridad de la conexión emocional del niño con sus padres y su desarrollo dependen de la disponibilidad y capacidad de respuesta de los padres.
Estudios recientes, que incluyen opiniones de los niños sobre la experiencia de custodia compartida revelan que, a pesar del reto que supone la transición física y emocional de un hogar a otro, los niños aprecian que el acuerdo de custodia compartida les ofrezca la oportunidad de mejorar su relación con cada uno de sus padres por separado.
La seguridad y la satisfacción de los niños se ven favorecidas por la voluntad y la capacidad de los padres de estar juntos, sin conflictos, y de compartir el disfrute y el orgullo por su hijo, por ejemplo, en reuniones familiares y acontecimientos deportivos.
Los niños de los estudios mencionados daban mucha importancia a que sus padres fueran capaces de reír juntos, saludarse con auténtico buen rollo y crear una sensación de familia integrada, aunque estuvieran separados. Su seguridad también aumentaba cuando sus padres estaban dispuestos a ayudarles a conectar o a estar con su otro progenitor en momentos de necesidad; y cuando cada padre era una presencia sensible, activa y protectora para ellos.
Otra conclusión sacada de los mismos estudios fue que es más probable que los niños se sientan bien con la custodia compartida cuando: los acuerdos son flexibles, se centran en el niño y favorecen una relación continua y significativa con ambos padres y con sus hermanos; cuando sus padres respetan e integran los sentimientos y preocupaciones de los niños, se llevan bien, los protegen de los conflictos; y los niños tienen una participación continua en las decisiones sobre su régimen de vida.
Los estudios también señalan que, para los hijos, el tiempo con cada progenitor en custodia compartida les daba la oportunidad de conocer íntimamente y experimentar un alto nivel de compromiso por parte de ambos padres.
Sin embargo, la custodia compartida en sí misma no garantiza una relación estrecha y positiva con un apego seguro entre los niños y sus padres.
Otros estudios indican que el compromiso y el cuidado de los padres son necesarios; que la calidad de las relaciones es importante tanto para los hijos como para los padres.
Cuando el tiempo y las interacciones entre padres e hijos son de mala calidad, ya sea porque uno de los padres se describe como manipulador/abusivo o no disponible/atento durante el tiempo que pasan juntos, el cuidado compartido se experimenta negativamente, y las relaciones entre padres e hijos se resienten a corto y largo plazo.
Para algunos hijos, las exigencias psicológicas de vivir en dos hogares pueden ser especialmente difíciles cuando uno o ambos padres empiezan una relación con una nueva pareja. No obstante, una nueva familia mixta implica a veces, también nuevos hermanastros, lo que podría añadir una dimensión que puede resultar agradable y enriquecer la vida familiar.
Del mismo modo, una mala relación con un nuevo padrastro o hermanastro podría hacer fracasar la experiencia del cuidado compartido. Este cambio podría convertirse en una fuente de conflictos y de ruptura de relaciones que antes se vivían como armoniosas.
Como conclusión, se podría afirmar que, aunque la custodia compartida puede mejorar la relación hijo-progenitor, también tiene efectos variados y complejos en los niños y funciona mejor cuando cada progenitor se compromete a cultivar una relación positiva con su hijo en el hogar.
También es importante la sensibilidad y el amor de los padres y “padrastros” hacia los niños cuando uno de los padres vuelve a formar pareja.
Se espera que el apoyo y asesoramiento adecuado de los padres, así como una mejor comprensión de las experiencias polifacéticas de los niños y jóvenes en relación con la custodia compartida, conduzcan con el tiempo a una mejora de los acuerdos posteriores a la separación y de las experiencias de custodia compartida de los niños y jóvenes.