Miércoles 17/2/2021
FOTO: Marcos Mayer
Texto: Alejandra Misiolek Marín
Hay varios estilos de apego, pero se pueden dividir en dos grupos: apego seguro y apego inseguro.
¿Cuáles son los estilos de apego?
Hay varios estilos de apego, pero se pueden dividir en dos grupos: apego seguro y apego inseguro. Todo lo que es un apego seguro es algo que nos proporciona una base segura para explorar el mundo y nos proporciona modelos saludables de relación con los demás. Los estilos de apego inseguro, en cambio, como el evitativo, ambivalente o desorganizado, son estilos de apego que son la base de relaciones no satisfactorias con otras que pueden incluso ser patológicas.
El apego seguro es un tipo de apego que se caracteriza por la incondicionalidad. El niño sabe que su cuidador no le va a fallar; el niño se siente amado, aceptado y valorado. Según las teorías del apego de Bowlby, este tipo de apego depende en gran medida de la consistencia del cuidador al brindar atención y seguridad.
Un niño con apego seguro muestra comportamientos activos, interactúa con confianza con el entorno y existe una armonía emocional entre el niño y su figura de apego. No necesita esforzarse para formar relaciones íntimas, no temen el abandono. Eso significa que pueden llevar una vida adulta independiente sin renunciar a sus relaciones interpersonales y vínculos emocionales.
Sin embargo, los estilos de apego inseguro como el evitativo, ambivalente y desorganizado están más relacionados con ciertas patologías y ciertos problemas relacionales.
El apego que llamamos ansioso y ambivalente significa que expresamos emociones y sentimientos conflictivos, que frecuentemente generan angustia. En el caso de un apego ansioso o ambivalente, el niño no confía en sus cuidadores y tiene un sentimiento constante de inseguridad, basado en el hecho de que a veces sus cuidadores están ahí para él y otras veces no. Las emociones más frecuentes en este tipo de apego son el miedo, especialmente a la separación, así como la dificultad para calmarse incluso cuando el cuidador regresa. Estos niños necesitan la aprobación de los cuidadores y ellos constantemente revisan que no los abandonen. Exploran el entorno de una manera muy relajada y se aseguran de que el cuidador no se aleje demasiado.
De adultos, el apego ansioso o ambivalente provoca un sentimiento de miedo de que su pareja no los quiera y es difícil interactuar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o más conexión que los demás le pueden proporcionar. Un ejemplo de este tipo de apego sería un adulto que es emocionalmente dependiente.
El apego evitativo, por otro lado, se forma porque el niño ha asumido que no puede contar con sus cuidadores y esto que realmente les causa sufrimiento. Esto se conoce como evitación porque para sus cuidadores parecen distantes y muestran comportamientos de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando el cuidador no está y no están interesados en las personas, sino en sus propios juguetes. El niño desarrolla una autosuficiencia forzada con preferencia a la conexión emocional. El desprecio por la separación puede confundirse con lo que es la seguridad. Sin embargo, diferentes estudios han demostrado que estos niños realmente presentan signos fisiológicos asociados al estrés. Estos niños crecen sintiéndose no amados ni valorados lo suficiente, muchas veces no expresan ni comprenden las emociones de los demás y por tanto evitan las relaciones íntimas. En la edad adulta rechazan la intimidad y experimentan dificultades en las relaciones. Por ejemplo, sus parejas extrañan más intimidad en la interacción.
El apego desorganizado es probablemente el estilo de apego que se relaciona con la mayoría de los problemas psicológicos como los trastornos de la personalidad, los trastornos alimentarios y otras patologías que se relacionan con las interacciones humanas. El apego desorganizado es una mezcla entre lo que sería un apego ansioso y un apego evitativo, en el que el niño exhibe comportamientos contradictorios e incoherentes. El apego desorganizado se describe con frecuencia como una falta total de apego. Por parte de los cuidadores es frecuente el descuido de los padres o el abandono emocional, o los propios cuidadores han pasado por diversos traumas en su vida e infancia y sufren muchas inseguridades.
En el estilo de apego desorganizado, la figura de apego es, por un lado, alguien a quien el niño quiere acercarse y, al mismo tiempo, alguien a quien le tiene miedo. Estos niños tienen tendencia a comportamientos explosivos, a destruir juguetes, a acciones impulsivas, así como a tener grandes dificultades para relacionarse con sus cuidadores y otras personas, a menudo con tendencia a evitar la intimidad. Parece como si no hubieran encontrado la forma de manejar sus emociones. Estas personas con un este estilo de apego en la adultez suelen ser personas con una alta carga de frustración y enfado, no se sienten amadas y parecen rechazar las relaciones, pero en realidad en el fondo las añoran mucho. Este tipo de apego en los adultos se puede encontrar en la base de muchas relaciones tóxicas.
Los estilos de apego se crean conjuntamente en la interacción entre el bebé y su cuidador. Se establecen a una edad muy temprana y las investigaciones sobre el apego muestran que ya a los 4 meses hemos establecido ciertos patrones, y a los 12 meses de edad del bebé, el estilo de apego ya está bien establecido y a esta edad nos permite prever el estilo de apego que la persona tendrá cuando llegue a la adultez.
¿Se puede modificar el estilo del adjunto?
En psicoterapia pretendemos cambiar el estilo de apego inseguro por uno seguro. Creamos una base segura en la relación terapéutica que puede ser una base para que el paciente explore el mundo externo como lo hace el bebé con su cuidador.
Fuentes:
Beebe, B., & Lachman, F. (2002). Co-constructiong inner and relational processes: Self and interactive regulation in infant research and adult treatment. Infant Research and Adult Treatment, 15, 121-142.
Tronick, E. Z., & Cohn, J. F. (1989). Infant-mother face-to-face interaction: Age and gender differences in coordination and the occurrence of miscoordination. Child development, 85-92.
Beebe, B., Jaffe, J., Markese, S., Buck, K., Chen, H., Cohen, P., … & Feldstein, S. (2010). The origins of 12-month attachment: A microanalysis of 4-month mother–infant interaction. Attachment & human development, 12(1-2), 3-141.