Miércoles 2/9/2020
FOTOS: Alejandra Misiolek Marín
Texto: Alejandra Misiolek Marín
La gente que hace dietas, en efecto, engorda. ¿Por qué?
El 81% de las personas que hacen dieta para intentar perder peso, fracasan y tan solo el 24% de los españoles está conforme con sus kilos (1). Además, los estudios parecen confirmar que hacer dietas, nos hace, en efecto, engordar (2).
Según las estadísticas, en Estados Unidos se gastan más de 60 billones de dólares en dietas al año. Paradójicamente, a la vez que cada vez hacemos más dietas, las tasas de obesidad en el mundo están creciendo.
El motivo principal por el cual pese a hacer una dieta, a largo plazo no adelgazamos, es porque la abandonamos. La mayoría de la gente se culpa a sí misma por no poder aguantar una dieta. Pero si más de 80% de la gente fracasa, ¿será que el problema está en las dietas y no en la gente?
Si sigues una dieta baja en calorías, vas a perder peso, y aunque no sea pura matemática, es lo que ocurrirá. Pero las dietas están hechas de una manera que son imposibles de aguantar a largo plazo, da igual la fuerza de voluntad o motivación que tengas. ¿Y por qué es así?
- En un famoso experimento llamado “chocolate y rábanos” los científicos han demostrado, que la fuerza de voluntad es algo que tiene limite y cuanto más la usamos, más se agota, como si fuera un músculo.
A los participantes del estudio se le pidió que entraran en una habitación donde había galletas de chocolate y rábanos. A un grupo se les permitió comer lo que querían y a otros se les prohibió comer las galletas, solo podían comer los rábanos. Después se les pidió trabajar en un complicado problema que parecía imposible de resolver y generaba frustración. Los participantes, a los que se les permitió comer galletas, aguantaron una media de 19 minutos, mientras que los que tuvieron que aguantar la tentación de chocolate, solo aguantaron una media de 8 minutos. Los científicos concluyeron que resistir una tentación ha producido un coste psíquico y causó que fueron más vulnerables a la frustración y se rendían con más facilidad.
Podemos sacar una conclusión que cuanta más restricción aguantamos con las dietas y cuanta más frustración causan, menos garantía tenemos de seguirlas, independientemente del carácter u otras diferencias individuales.
2. Hacer dietas causa que entramos en un círculo vicioso de restricción-atracón y culpa.
Las dietas bajas en calorías, además de restringir la cantidad de comida, suelen imponer reglas que clasifican las comidas en buenas y malas. Cuando algunas comidas están prohibidas, empezamos a valorarlas más, las ponemos en el pedestal y entonces permitimos que la comida gane un poder sobre nosotros – nos parece que las deseamos más, las idealizamos. Además, cuando algunas comidas están restringidas, nos empezamos a sentir privados. Entonces, cuando las fuerzas de voluntad se agotan, nos rendimos y comemos las “comidas malas” que tanto nos hemos prohibido y tanto hemos deseado. Como consecuencia, nos sentimos culpables y fuera de control. Abandonamos la dieta y entramos en un atracón de las comidas que tanto hemos echado de menos. Desarrollamos una relación de amor-odio con la comida y sentimos que hemos fallado. Cuando, en realidad, las dietas nos fallan a nosotros.
3. Las dietas son autoridad externa y hacer dietas significa seguir ciertas reglas. Esto, a largo plazo causa, que desconectamos de nuestro cuerpo, de nuestras necesidades y de la capacidad de escuchar a las señales del hambre y de la saciedad para guiarnos en cómo, cuándo y cuánto comer. Empezamos a usar la mente para guiarnos y desregulamos los sistemas que controlan estos procesos de forma intuitiva (para más información, haz click aquí).
4. Las dietas bajan el metabolismo. En un estado de escasez de combustible, nuestro cuerpo tiene que elegir a qué células seguir aportando energía y a cuáles no. Entonces elige a las células que son prioritarias para el funcionamiento. Las células musculares, si no están siendo usadas, no forman parte de las células prioritarias. Por lo tanto, si hacemos dietas bajas en calorías y no hacemos actividad física, acabamos perdiendo masa muscular. No obstante, las células musculares son las células que queman muchas calorías para su mantenimiento, más que muchas otras células de nuestro cuerpo. Esto significa que cuanta menos masa muscular tenemos, más bajo es nuestro metabolismo basal. Cuando acabamos una dieta baja en calorías y volvemos a los hábitos de antes, nuestro cuerpo repone el tejido adiposo con mucha facilidad. Pero si no hacemos actividad física, no reponemos masa muscular. Esto causa que aumentamos el porcentaje de grasa en nuestro cuerpo y, en parte, es responsable del famosos efecto yo-yo de las dietas.
Por todos estos motivos tenemos que dejar de caer en el circulo vicioso de culparnos por no aguantar las dietas, ya que el sentimiento de culpa nos condiciona a hacer atracones de comida para sentirnos mejor (a corto plazo), y, paradójicamente, estos mismos atracones causan aún más culpa y malestar a largo plazo. Para compensar, intentamos sentirnos mejor haciendo más dietas y más restricciones, pero volvemos a fracasar y recaemos en la culpa y el atracón. Por otro lado, tenemos que buscar una alternativa a las dietas. Si tenemos pruebas de que las dietas no funcionan, no podemos seguir haciéndolas con la esperanza de que “esta vez sí”. Esto sería un auto-engaño.
Fuentes:
- https://www.efesalud.com/ocho-de-cada-diez-personas-que-hacen-dieta-fracasan/
- Siahpush, M., Tibbits, M., Shaikh, R. A., Singh, G. K., Kessler, A. S., & Huang, T. T. K. (2015). Dieting increases the likelihood of subsequent obesity and BMI gain: results from a prospective study of an Australian national sample. International journal of behavioral medicine, 22(5), 662-671.
- https://www.worldometers.info/weight-loss/
- Baumeister, R. F., Bratslavsky, E., Muraven, M., & Tice, D. M. (1998). Ego depletion: Is the active self a limited resource?. Journal of personality and social psychology, 74(5), 1252.