Miércoles 26/4/2023
FOTO: Adrien King
Texto: Nicoleta Casangiu y Alejandra Misiolek
La gente suele oír autolesiones y las equipara con el trastorno límite de la personalidad (TLP), ya que uno de los criterios para diagnosticar el trastorno límite de la personalidad es “conductas autolesivas no suicidas”. Sin embargo, los estudios han revelado que sólo el 40% de las personas con TLP tienen conductas de autolesión.
En concreto, el 60% restante de las conductas autolesivas no suicidas se producen en el contexto de otros numerosos trastornos psiquiátricos, como el trastorno de estrés postraumático, la depresión, los trastornos alimentarios y los trastornos por consumo de sustancias.
En el Manual de Diagnóstico DSM-5, la autolesión no suicida se ha incluido en el apartado de “condiciones para estudio adicional, trastornos que no se diagnostican”, ya que no ha habido suficiente investigación ni estudios empíricos que la respalden como diagnóstico.
Definida como la destrucción deliberada y autoinfligida de tejido corporal sin intención suicida y con fines no sancionados socialmente, incluye conductas como cortarse, quemarse, morderse y arañarse la piel. La autolesión no suicida es especialmente prevalente durante la adolescencia, con tasas del 17-18% en revisiones recientes de muestras comunitarias.
Estudios recientes han descubierto que la autolesiva adolescente media es una mujer de entre 14 y 16 años que se corta las muñecas y los antebrazos.
Estos adolescentes muestran una mayor impulsividad que sus compañeros que no se autolesionan, una elevada desregulación emocional, una menor autoestima y un estilo cognitivo más negativo que los sujetos que no se autolesionan, especialmente en el caso de las mujeres. La baja autoestima se ha revelado como una variable predisponente y mantenedora de la conducta autolesiva.
Los estudios también han encontrado que el consumo de sustancias tóxicas es más prevalente en estos adolescentes y una mayor y más duradera sintomatología depresiva, actuando esta variable como factor predisponente y mantenedor de la conducta autolesiva. En concreto, la ideación suicida se postula como una de las variables desencadenantes de los actos autolesivos. Por otro lado, presentan mayor psicopatología alimentaria, principalmente de tipo bulímico.
Pero, ¿por qué alguien querría autolesionarse a propósito si no quiere acabar con su vida?
Dado que toda conducta es intencional ya sea adaptativa, desadaptativa, inapropiada, sólo repetimos conductas si tienen lo que llamamos valor y son reforzadas por nuestro sistema dopaminérgico. Por lo tanto, aunque pueda ser difícil de concebir por algunos, ya que parece que no tiene ningún sentido, para el individuo que está involucrado en este comportamiento, tiene mucho sentido.
¿Cómo podemos entender por qué la gente tiene este tipo de comportamiento?
Hay algunas razones que explican se producen en ausencia de intención suicida (ya sea declarada por el individuo o inferida).
Por un lado, es un comportamiento que proporciona al individuo algún tipo de alivio o la expectativa de obtener alivio de un sentimiento negativo o de un estado cognitivo. Se olvidan del dolor psíquico y se concentran, transfieren el dolor emocional que no pueden controlar a un dolor físico, que sí pueden controlar.
Por otro lado, la autolesión puede inducir un estado positivo. El dolor psíquico del individuo es demasiado para soportarlo, así que el dolor físico se convierte en el punto focal, es casi como una táctica divergente.
Por lo tanto, normalmente hay dificultades interpersonales, ansiedad, depresión, tensión, ira, autocrítica que ocurren antes de la autolesión y que están preocupando al individuo antes del acto de autolesión.
Los estudios psicológicos han propuesto como explicación el papel de la conducta autolesiva como estrategia de afrontamiento para autorregular estados emocionales aversivos. Los modelos que apoyan esta idea sugieren que estos adolescentes tienden a reducir la angustia interpersonal mediante la comisión de conductas autolesivas. El proceso por el cual la autolesión alivia la angustia emocional sigue siendo muy especulativo, proponiéndose como explicación la acción de opioides endógenos. En relación con esta hipótesis, también hay hallazgos de laboratorio de sensibilidad reducida al dolor en adolescentes que se autolesionan.
Se ha descubierto que el comportamiento autolesivo puede explicarse por cuatro factores:
- refuerzo intrapersonal (positivo y negativo)
- refuerzo social (positivo y negativo).
El primero de estos factores (“positivo intrapersonal”), explica la conducta autolesiva como generadora de estados emocionales placenteros.
El segundo (“intrapersonal negativo“) ilustra su ya mencionado papel en el alivio de emociones aversivas. En cuanto al tercer factor (“social positivo”), incluye la búsqueda de apoyo o atención de personas de referencia; por último, el cuarto factor (“social negativo”) abarca la exención de responsabilidades sociales.
En conjunto, todos estos hallazgos sugieren que la conducta autolesiva es algo más que una estrategia de afrontamiento “emocional” o “evitativa” ante el estrés (autorregulación emocional). Es un mecanismo adicional de comunicación y control interpersonal.
Los estudios han revelado que es un comportamiento aprendido. Existe un notable consenso en los estudios sobre el hecho de que los adolescentes que se autolesionan tienden a tener familiares y amigos que también se autolesionan. Sin embargo, este hecho por sí solo no indica los mecanismos de transmisión de la conducta autolesiva. Muchos de estos adolescentes interactúan a través de chats y foros con otras personas que se autolesionan, utilizando las nuevas tecnologías para compartir experiencias y/o procedimientos autolesivos. Con respecto a los adolescentes ingresados en unidades psiquiátricas de larga estancia, estos hallazgos no han sido confirmados. Entre los sujetos sin antecedentes de autolesiones, la exposición y convivencia prolongada con pacientes autolesivos no implica la aparición de dicha psicopatología.
En cuanto a la intervención psicológica, hay que tener en cuenta que la mitad de los adolescentes que se autolesionan, principalmente varones, no buscan ningún tipo de ayuda por miedo a ser estigmatizados. El tratamiento de las conductas autolesivas se encuentra actualmente en fase experimental.
La mayoría de estas intervenciones se han llevado a cabo en el ámbito de la prevención secundaria. Es decir, intervenciones dirigidas a adolescentes que se autolesionan y aquellas centradas en personas significativas (padres y profesores) del entorno del sujeto, figuras que se consideran relevantes como factores mantenedores y/o auxiliares ante la conducta autolesiva.
Existe también un creciente interés por la aplicación de programas de prevención primaria en el ámbito escolar.
En el caso de los niños pequeños y adolescentes, como cuidador, hay que evitar que el niño tenga estas conductas y asegurarse de que el hogar está protegido, para estar seguro de que el niño no tiene acceso a nada que pueda causarle lesiones.
Como clínicos debemos entender la conducta autolesiva enmarcada en la etapa de la adolescencia y como expresión de las dificultades de consolidación de la identidad y de gestión emocional típicas de este periodo.
Así, concebimos el síntoma autolesivo como un mensaje implícito que debe ser tomado desde una perspectiva general del ciclo vital. Dándole sentido dentro de la historia personal y el contexto familiar del paciente, podemos contribuir a un abordaje terapéutico que defienda el carácter no crónico del síntoma y promueva un pronóstico positivo.
Fuentes:
American Psychological Association [APA]. (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Editorial Médica Panamericana.